miércoles, 4 de abril de 2007

No llores, madre.



Avanza tu silencio, el verde avanza
sobre el sudor de cada penitencia,
unido en uno sólo, en una danza
de luz ungida a música de ausencia.

Baila tu llanto, baila la esperanza
en los acordes de la transparencia
¿Quién te clava, mujer, con una lanza
de lágrimas los ojos? ¿Qué sentencia?

No llores, madre, y sigue caminando
como la sal conjuga un remolino
y el verbo mar su amor en las orillas.

Cuándo termina, madre, dime cuándo
acaba la esperanza. Mi camino
es el tuyo de flores amarillas.

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